Pensé en escribir un artículo sobre el cáncer de seno, por ser Octubre, mes de la concientización de esta enfermedad.
Les voy a confesar que inicialmente pensé «okey, voy a tomar una foto linda donde todo sea rosado, y así les recuerdo a las chicas sobre el autoexámen». Excepto que el 19 de Octubre, Día contra el Cáncer de Mama, Instagram tuvo un «take over» de sus stories con Brittney Beadle, una chica de 20 años sobreviviente de cáncer de seno, con doble masectomía.
Lo que más me dejó en shock de Brittney, aparte de las fotos de su doble masectomía, el hecho de que me parece hermosa aún con sus cicatrices, y su corta edad, fue el hashtag que eligió para sus fotos. #thisisnotpink.
Brittney con su optimismo, su sonrisa y sus fotos tan reales me trajeron a la tierra y me recordaron que el cáncer de seno NO ES ROSA. No es algo que uno deba tomarse a la ligera, y es más cercano y más común de lo que desearíamos. Brittney no me generó tristeza, sino miedo de esa realidad que nunca había pensado me podía llegar a mí.
Después vino un poco de pena y culpa al hacerme consciente de que no solo estaba siendo light con el tema antes de escribir, sino que lo estaba siendo conmigo misma a diario.
¿Cómo es posible que logré llegar a los 30 y ni siquiera me hago el autoexámen? ¿Todas son tan irresponsables como yo? Bueno… me lo voy a hacer, ya que es octubre.
Y todo esto para darme cuenta de que básicamente no tenía idea de cómo se debía sentir una teta. Sorry, voy a usar mama, seno y teta porque el primer miedo que hay que perder es el miedo a nombrar las cosas por lo que son.
Me dirigí a internet y encontré algunos datos que me pusieron nerviosa:
Tantas cosas que no sabía acerca del cáncer de seno… no sabía que el riesgo se reducía si uno daba de mamar, no sabía que el riesgo aumentaba si uno subía 25 kilos o más después de los 18 años y ciertamente no sabía que Costa Rica tiene las mayores tasas de incidencia y mortalidad por cáncer de seno en todo Centroamérica y México.
Me sentí como que había comprado todos los números de la rifa. Yo aquí, sin saber cómo se debe sentir una teta.
Entonces bien… casi todas sabemos cómo se debe hacer un autoexámen, pero si no, se los recuerdo:
Una vez al mes, en movimientos circulares alrededor del seno, desde el pezón y también hacia la axila. Revisar cambios visuales, secreciones u otros.
Todo bien, yo sé esto.
Pero bueno, pues resulta que una vez que estaba en esas me di cuenta de que no es tan fácil como seguir las instrucciones, y créanme que yo soy buenísima para seguir comandos. Con todo el mundo compartiendo lacitos rosa e infográficos como el que yo tenía preparado, me di cuenta de que hace falta más.
Si yo, que considero que soy lo suficientemente informada y exploradora, sin miedo a tocar, sin pena a preguntar, y con 30 años no sé cómo se tiene que sentir una teta, pues me imagino que hay más chicas en el mundo exterior que se lo preguntan también.
Así que acudí a mis expertos.
Cómo y cuándo se debe hacer el autoexámen de mama
El mejor momento para hacerse un autoexámen de mama es más o menos de 3 a 5 días después del comienzo de la menstruación. Esto porque en ese período los senos no están tan sensibles y porque en ese momento del ciclo presentan menos protuberancias.
¿Protuberancias? Pues sí… todos los senos son distintos. Mi amiga Gaby, que es doctora y ha «sentido» muchos senos, me dijo que hay de todo. Unos son suaves, otros son duros, unos son fibrosos, otros no. Hay quienes tienen un seno más grande que el otro (que es normal si siempre ha sido así), chicas con pezones invertidos (también normal si siempre ha sido así), y definitivamente conforme pasan los días del mes los senos cambian y se sienten diferentes. Además algunas (yo incluída) tenemos tendencia a generar quistes por problemas hormonales, los cuales pueden cambiar o desaparecer con el tiempo.
Sigan el mejor consejo de Gaby, hagan esto una vez en la vida: durante todo un mes, tóquense los senos todos los días, o de día por medio. Solo así van a poder saber realmente cómo se sienten sus mamas a través del mes.
El autoexámen solo funciona si uno conoce bien sus senos, porque de esa forma va a saber de inmediato cuando algo anda mal.
Se recomienda practicar el autoexámen a partir del desarrollo (de la primera menstruación), ya que a partir de esa edad somos vulnerables.
A partir de esa edad y una vez que sabemos bien cómo se sienten nuestros senos, podemos realizarlo una vez al mes en el momento del ciclo indicado.
Gaby nos recomienda tener una libreta (¡amo las libretas!) donde llevemos registro de nuestros exámenes.
El exámen se debe hacer de pie y acostadas. Siempre palpando con una mano y con la otra detrás de la cabeza.
La presión no debe ser suave, sino más bien fuerte, buscando presionar el tejido mamario contra las costillas.
¿Qué pasa si siento algo diferente?
El primer consejo es: no entren en pánico. Los bultos en las mamas no son tan raros y se pueden presentar por diferentes motivos.
Estos son algunos des los más comunes:
LIPOMAS: Un lipoma es un tumor benigno (no canceroso) que está formado por células de tipo graso. Se suelen presentar bajo la piel.
ENFERMEDAD FIBROQUÍSTICA DE LA MAMA: Las hormonas producidas en los ovarios pueden hacer que los senos de una mujer se sientan hinchados, abultados o adoloridos antes o durante la menstruación cada mes.
DUCTOS AGRANDADOS: Es una afección benigna que ocurre cuando un conducto de leche se ensancha y sus paredes se engrosan. Esto puede bloquear el conducto y ocasionar acumulación de líquido.
QUISTES: Es una protuberancia redonda y móvil, que también podría resultar dolorosa al tacto. Los quistes son sacos llenos de líquido. Son más frecuentes en mujeres de entre 40 y 49 años de edad, aunque pueden presentarse en mujeres de cualquier edad. Los cambios hormonales de cada mes a menudo hacen que los quistes crezcan y éstos se hacen más dolorosos y a veces más evidentes justo antes de la menstruación.
FIBROADENOMAS: Son tumores benignos compuestos por tejido glandular y conectivo. Son más frecuentes en mujeres de 20 a 39 años, aunque pueden presentarse a cualquier edad. Se pueden sentir como un balín dentro del seno. Algunos son demasiado pequeños como para poder palparse, pero otros tienen varias pulgadas de diámetro. Suelen ser redondos y tienen bordes bien definidos. Se pueden mover debajo de la piel y por lo general tienen una consistencia como de hule, pero no causan sensibilidad al tocarlos.
En cualquiera de estos casos lo recomendable es acudir al médico. Ya sea para salir de dudas, de la preocupación, o para estar más concientes de lo que hay en nuestro cuerpo.
Si se hacen el autoexámen regularmente y sienten un bultito que no habían sentido antes, pueden esperar una semana o dos y volver a hacer el exámen, ya que como leyeron, muchos de estos problemas se causan por las hormonas y pueden variar o desaparecer con el ciclo.
Si el bultito sigue ahí, o si se hizo más grande, hay que acudir al médico.
Mi amiga Jenny me contó que se había llevado un susto porque hace unos meses se había encontrado una pelotita en un seno. Gracias al autoexámen la encontró, fue a la ginecóloga y le mandaron una biopsia. Dice que fue uno de los mayores sustos de su vida pero con un resultado positivo, ya que resultó ser un tumor benigno de los que se pueden remover sin problema.
En nuestra libreta de autoexámen podemos dibujar un seno con cuadrantes, y anotar ahí el lugar exacto donde sentimos algo y en qué momento del mes, así como anotar la forma, si hay dolor o si ha habido alguna variación en el tamaño.
Algo así, que ayude a nuestro doctor a identificar el problema más rápidamente:
¿Qué sigue después de sentir algo diferente?
Lo primero es consultar con el médico. Como nosotras no estamos acostumbradas a sentir otros senos más que el nuestro, muchas veces no sabemos qué es normal y qué no, así que lo mejor es pedirle a un experto que nos lo explique.
¡Asegúrense de hacer preguntas! En estos temas ninguna duda debe quedar desatendida.
Si el doctor considera que es algo significativo nos enviará un ultrasonido para poder observar mejor qué tipo de bulto es.
Muchas veces con el ultrasonido se aclara el diagnóstico y nos indican cómo proceder. A veces se remueven (si duelen o incomodan), o a veces nada más se dejan ahí.
Si nuestro doctor considera que sí hay de qué preocuparse entonces nos mandará una mamografía o, como en el caso de Jenny, una biopsia.
¿Cómo se presenta el peor escenario posible?
Acudí a mi Instagram preguntando si alguna de las chicas había tenido una experiencia propia o cercana con el cáncer de seno. Inmediatamente después de preguntar empecé a recibir las respuestas y para ser sincera, me tomaron como un balde de agua fría.
En primer lugar me sorprendió que del número de personas que vieron mis stories, tantas hubieran tenido experiencias cercanas. Y por otro lado yo sabía que lo que estaba preguntando era tanto difícil de escribir como difícil de leer, pero si me había quedado alguna intención «light» de hacer este post, las historias me terminaron de calar en la importancia de hacer conciencia.
La primera chica que me escribió había perdido su mamá producto del cáncer de seno cuando tenía 6 años. Me contó que su mamá tenía mucho miedo de morir y dejarla sola tan pequeñita, pero que había descansado una vez que su hermano le había prometido que se iba a hacer cargo de ella.
Gigi me contó que su abuelita y su tía habían tenido cáncer de seno, y que debido a esto ella era más conciente y se hacía el autoexámen cada vez que lo recordaba, ya que lo tiene muy presente porque la atemoriza. Así mismo me contaron otras chicas que tenían historial de cáncer en sus familias, como Silv, Tati y Ana Lau.
Tres chicas más me escribieron sus historias cercanas y con ellas cierro este post, ya que de verdad no hace falta más para explicarles la seriedad con la que nos tenemos que tomar el autoexámen. Les aseguro que no se van a arrepentir si le dedican un rato a leerlas.
Espero que la próxima vez que vean un lazo rosa se acuerden de lo que leyeron hoy, y espero que pongan en práctica los consejos.
Celebrando a una bellísima mamá guerrera
Adri me contó que su mamá fue diagnosticada con cáncer de mama hace 15 años, cuando Adri estaba en 8vo del cole. Un día Adri entró al cuarto de su mamá cuando estaba vistiéndose y notó algo que no se veía «normal». Cuando preguntó, su mamá le dijo que iba a ir al doctor, y muy pronto luego de eso obtuvieron el resultado con la mala noticia.
Les dijeron que como el cáncer ya estaba avanzado, debían hacerle una masectomía completa, removiendo todo el seno.
Su mamá se hizo la operación y comenzó con el tratamiento. Tenía que ir a radioterapia y recuerda que en la quimioterapia le maltrataban mucho el brazo.
Apenas empezó a perder el cabello, ella misma se lo rapó, y después de eso solo usaba pañuelo, ya que la peluca le daba mucho calor y picazón.
«Ella fue a la graduación de sexto de mi hermana con pañuelo y sombrero, y para mi se veía bellísima. Esa mujer había logrado sobrellevar y sobrevivir a una enfermedad que a esa edad yo no terminaba de entender.»
Luego empezó el proceso de reconstrucción de seno y los medicamentos. Inicialmente le habían puesto un implante francés, que luego le tuvieron que cambiar por uno distinto.
Logró superar la enfermedad, reanudar sus estudios universitarios y ser todo un ejemplo de vida.
Después de esta experiencia en la casa de Adri es obligatorio hacerse el autoexámen una vez al mes, y usar bloqueador. Adri también nos cuenta que ella usa una app que avisa en qué momento del ciclo se debe hacer el autoexámen (la más conocida se llama «Clue«, que te mide el ciclo).
Adri termina diciendo que no está segura de cómo se debe sentir un seno normalmente, pero que conoce los de ella súper bien, ya que desde los 17 años el autoexámen es parte de su rutina.
Mujeres en Rosa
María Fernanda me contó la historia de su mamá. Me hizo un resumen de lo que recordaba, señalando que los momentos de tanto dolor de cierta forma se bloquean.
Su mamá se enfermó cuando María Fernanda tenía 13 años y estaba entrando al colegio y experimentando mil cambios de adolescente.
Recuerda que a su mamá le dieron el diagnóstico el mismo día en que había muerto su abuelito, el papá de su mamá. Ella tiene la costumbre de hacer una siesta por las tardes y en una de esas siestas se hizo el autoexámen y se encontró una pelotita en el seno drecho. Se asustó y al día siguiente fue al EBAIS. La doctora le dijo que era mastitis, que se le iba a pasar solita, pero pasaron las semanas y se volvió a revisar y ya no tenía una, sino tres pelotitas.
Recientemente habían visto una entrevista documental sobre la cantante Soraya, que en ese momento también luchaba contra el cáncer de seno y trataba de crear consciencia sobre el autoexámen. En ese momento no había tanta información sobre el tema, por lo que para su mamá fue muy difícil educarse sobre todo lo que implicaba la enfermedad.
Se enteró de la existencia de FUNDESO, quienes tenían convenios con centros médicos, y por medio de ellos pudo hacerse el ultrasonido. A los días la llamaron y le dijeron que era urgente que se hiciera una biopsia, ya que los ganglios habían aumentado a 7, y tenían una forma irregular.
La palabra biopsia para su mamá fue como una sentencia de muerte. Entró en una depresión muy fuerte y toda la familia estaba devastada. María Fernanda sólo pensaba en el miedo que le generaba el no sentirse capacitada para educar a su hermanito menor, que en ese momento solo tenía 4 años.
Sin embargo cuando la internaron para la biopsia su ánimo cambió por completo. Le entró una «fuerza sobrenatural» y hasta se veía feliz. La internaron por 2-3 días y le dijeron que en un mes le daban el resultado, que ella estaba segura sería benigno.
Sin embargo cuando le entregaron los resultados, fueron negativos. Le dijeron que necesitaban operarla para quitarle el seno porque el cáncer estaba muy avanzado.
«Ni siquiera puedo describir como se veía y sentía mi mamá en ese momento, el miedo que tenía y lo deprimida que estaba. Cabe destacar que ella era súper vanidosa y le afectó demasiado perder su seno y ver como su cuerpo se transformaba. En serio fue una transformación en todo sentido y más cuando inició el proceso de quimio y radioterapia, el perder el cabello y decidir raparse porque ya no soportaba verlo por todo lado, fueron de los 2 hechos más fuertes y que más la marcaron. Nunca dejó que la viéramos sin peluca, ni siquiera a mi padrastro. En las noches se ponía una pañoleta porque simplemente no soportaba verse así. De verdad le costó mucho aceptar lo que le estaba pasando.»
Conforme pasaron las sesiones de quimio, todos fueron aprendiendo junto a ella sobre la enfermedad. Los doctores y enfermeras fueron muy enfáticos en que para tener resultados exitosos hacía falta buena actitud y ánimo, ya que muchas veces la depresión mata más a las personas que el mismo cáncer.
La buena actitud y las creencias religiosas hicieron que su mamá mejorara en todo sentido. El apoyo familiar y de sus amigos también.
Terminó el tratamiento y después siguió yendo regularmente a citas.
«Pasaron los años y yo siempre traté de buscar información que le ayudara. Casualmente le comenté a una amiga de la U y ella me contó que la mamá también había pasado por cáncer de seno y que ahora iba a un grupo de apoyo para sobrevivientes en el hospital de Heredia y que me recomendaba mucho que invitara a la mía. El grupo se llama Mujeres en Rosa.»
La verdad es que mi amiga fue un ángel. Mi mamá se animó a ir después de días de insistirle y ha sido lo mejor que le ha pasado. Ya tiene 5 años de ser miembro activo del grupo, en el que se reúnen cada viernes. Las charlas son guíadas por una psicóloga y mi mamá pudo aclarar dudas y mitos que nunca reveló que tenía y ahora ella misma ayuda a otra señoras que apenas comienzan el proceso.»
Viviendo el cáncer en tres etapas
Hace 6 años Pao fue de viaje con sus papás por un fin de semana largo. Cuando regresaron a la casa, luego de desempacar, su mamá habló con su papá y le comentó que había sentido algo extraño en su seno izquierdo días antes del viaje. Inmediatamente y sin pensarlo visitaron al doctor y luego de una serie de exámenes confirmaron la noticia que nadie quería escuchar: tenía un tumor cancerígeno y era urgente operarlo.
Para Pao el día de la noticia fue difícil de digerir. No creía que la situación fuera real y le tomó días aceptarlo. Ella nunca pensó que fuera posible encontrarse en esa situación y lo veía como algo lejano.
Luego de múltiples consultas operaron a su mamá en Colombia, ya que tenían un familiar médico en Medellín. Les ofrecieron un procedimiento menos invasivo y una reconstrucción del seno el mismo día de la cirugía.
Esto último, aunque para muchas puede parecer superficial, es muy importante. Su mamá no podía con la idea de tener que mantenerse 6 u 8 meses sin un seno, ya que esto afecta mucho cómo se siente uno respecto a su imagen corporal.
Luego de la cirugía continuaron los análisis. Había que definir el siguiente paso. ¿Quimioterapia? ¿Radioterapia?
En enero del 2012 su mamá inició con la quimioterapia y pensaron ser afortunados, ya que inicialmente tuvo pocos efectos secundarios. Sin embargo poco después de la primera dosis del tratamiento, su mamá la llamó al cuarto y con nervios en la vos le pidió que le deshiciera la trenza que tenía en el cabello, ya que había encontrado al almohada llena de pelos.
Durante esos días Pao estaba en la U y tenía mucho tiempo para estar con ella, hacerle compañía y ayudarla. Así que le deshizo su trenza, la peinó y notó que cada vez que pasaba el cepillo se le caía más el cabello. El miedo y las lágrimas fueron incontrolables, pero Pao se mantuvo fuerte por su mamá. Ese mismo día la llevó al salón de belleza de una amiga y ahí terminaron la tarea.
Luego empezaron los otros efectos secundarios como la falta de apetito, mareos, náuseas, dolor corporal y fiebres altísimas, que le generaron llagas en la boca, las que le dificultaron comer y comunicarse. Luego de dos largos meses de tratamiento el positivismo los invadió y pensaron que la batalla había terminado.
Sin embargo, luego de tener cáncer pasas por un período de 5 años donde todavía no se te considera sobreviviente y en los cuales hay que llevar un control cercano.
Así, en el 2014, dos años después, en uno de los análisis de control encontraron nuevamente cáncer en el seno izquierdo e iniciaron todo nuevamente.
La segunda vez la trataron con radioterapia. Fueron 12 sesiones que los encontraron un poco más preparados y con el corazón más fuerte. Después de la radioterapia todos los análisis volvieron con resultados positivos y la paz se apoderó de sus corazones, pero no por completo, ya que las secuelas emocionales empezaron a aparecer.
Cuando uno ha tenido cáncer y vuelve a aparecer, el miedo de que no se vaya gana mucha fuerza, así que la ansiedad y el cansancio llevaron a su mamá a envejecer más rápido que antes. Ella entraba en el baño, se miraba en espejo y lo notaba.
La última batalla inició en el 2015, cuando les dijeron que el cáncer estaba de vuelta. Esta vez en el seno derecho, queriendo extenderse a los ganglios de la axila. Esto generó nuevos miedos ya que el cáncer en los ganglios puede ser indicador de metástasis.
Por ese motivo y por la recurrencia, el tratamiendo fue muy agresivo. Hubo cirugía y luego una combinación de quimioterapia y radioterapia.
En cuestión de 4 años la mamá de Pao luchó 3 veces contra el cáncer, lo que definitivamente dejó sus secuelas. Ahora su mamá es un poco más débil y se cansa fácil. Caminar 30 minutos es un desafío, pintar las paredes como lo hacía antes es solo un recuerdo y las largas tardes de almuerzo, café y compras ahora no pueden durar más que un par de horas.
No solo sigue batallando con las secuelas de la quimioterapia, sino con los efectos psicológicos del cáncer, que siguen afectando su salud emocional. Ella no deja de describirse a sí misma como paciente de cáncer, y tanto ella como el resto de la familia viven con miedo.
Pao se mantiene optimista y positiva, a pesar de todo, y se siente súper orgullosa de decir que su mamá es una fuerte y admirable guerrera que no se rinde.
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