Un día vi un meme que decía «Cuando te desvistes antes de tomar un baño y das un vistazo de ti mismo en el espejo » y tenía una foto de una masa sin forma, llena de llantitas. Y yo pensé «jaja sí, totalmente». Me sentí identificada y estoy segura que un montón de chicas más también.
Acostumbramos reírnos de nuestros «defectos» porque eso los hace manejables, y está bien. ¡Hay que saber reírse de uno! Pero ser rellenita, tener llantas, celulits, o más bien ser muy delgadita, no tener boobs grandes, no tener curvas, no es un defecto. Es una característica de nuestro cuerpo, pero eso no significa que no lo podamos amar igual. No lo hace mejor ni peor, solo diferente.
Por dicha el tema de la aceptación y positivismo hacia la diversidad de cuerpos y formas actualmente está «de moda». Y si algo va a ponerse de moda, pues ¡qué bueno que sea algo positivo, para variar!
Por décadas nos han bombardeado con «cuerpos perfectos», con photoshop o no, y sobre todo con incongruencias: está bien ser flaco pero no muy flaco, y está bien tener curvas pero no demasiadas. Hay que ser flaca, pero con tetas y nalgas, pero no demasiadas porque si no es vulgar. Y si usted es flaca con tetas y nalgas pero tiene celulitis o estrías también está mal, o si es muy blanca tiene que broncearse y si es muy morena maquillarse más claro. No se puede ser demasiado alta ni demasiado baja. Hay que ser el porcentaje ideal de cada cosa o si no, no juega.
¿Y las que no sacamos tanto en la lotería genética? ¿Las que somos pequeñitas, con trasero pero sin tetas, con estrías, celulitis; morenitas pero pálidas, con pelito loco tropical, con brazos gruesos, con nariz grande?
Pues ¡nada! también estamos bien.
Pero es que uno siempre tiende a ver lo negativo, obsesionarse con lo malo y no dejarlo ir. Yo veo a mis amigas preciosas y nunca pienso «uy, mirá, a Fulanita se le están pasando los kilitos», o «mirá los brazos de Sutanita, tan gorditos y con celulitis». Pero basta mirarme unos segundos en el espejo para hacer una lista de todo lo que puedo criticar en mí misma.
«¿Vos creés que las demás personas te ven como te ves vos?», me ha preguntado muchas veces mi esposo. Y mi respuesta siempre es «no sé. No sé si se dieron cuenta de que tengo los brazos gruesos, probablemente sí. No sé si se dieron cuenta de que ese día estaba incómoda porque andaba un escote y no quería que pensaran que se me veían las tetas caídas».
Y la respuesta compasiva y amorosa de él siempre es «ay mi amor, solo vos ves esas cosas».
Y ustedes podrán pensar «¡qué exagerada! pero si usted no es gorda. Pero si se ve bien en las fotos. Pero si se ve bien, «normal». ¡Y tendrían toda la razón!
¿Pero qué tal si a ustedes les dijeran que la cosa que más odian de su cuerpo es totalmente «normal»? Tus piernas no son demasiado delgadas. Tus muslos no son demasiado gruesos. Tus tetas no son demasiado pequeñas. Tu panza no se te marca en cada blusa que te ponés. ¿Te lo creerías?
Siento que todas las mujeres de nuestra sociedad vivimos con una imagen distorsionada de nuestros cuerpos porque vivimos en un mundo de moda, modelos, comparaciones y, actualmente, redes sociales que nos alimentan todos los días con lo que se ve bien, y lo que no.
¿Pero qué hacer cuando eso es lo que nos decimos a nosotras mismas todos los días? ¿Cuando eso es lo que nos creemos?
Yo, personalmente, empecé un proceso con una life coach especializada en amor propio y aprendí tanto en el desarrollo (que todavía sigue), que un post no me alcanza para contarles.
Y les voy a ser totalmente sincera: no fue, es, ni será fácil. No tengo este tema «dominado», y la ansiedad, las comparaciones y el «quisiera» aún caminan comigo, pero cada vez desde un poquito más lejos.
En un inicio las «tareas» que me ponía Mari, mi coach, me parecían ridículas de hacer. No me sentía convencida de que fueran a funcionar.
Claro, nada antes había funcionado, ¿por qué esto iba a ser diferente?
Pero entonces la escuché e hice lo siguiente:
1) Hice una lista de las cosas que yo sentía que estaban bien, más o menos, o mal, en mi cuerpo.
Gracias a esa lista me di cuenta de que:
1. No eran tantas cosas como yo pensaba las que estaban mal.
2. La lista era más extendida del lado de las cosas buenas.
3. Las «malas» no eran realmente «malas» ni tampoco nada grave como para sentirme mal por eso.
Eso me puso a pensar que tal vez mi imagen propia SÍ estaba dañada y que probablemente la forma negativa en la que me estaba valorando era errónea.
2) Empecé a repetirme afirmaciones positivas sobre mi cuerpo, sobre todo de las partes que no me gustaban. Primero frente al espejo, luego como un mantra.
Al principio, como les dije, se sentía ridículo. Decirme a mi misma «¡me encanto! ¡hoy amanecí demasiado linda! ¡amo mis brazos, amo mis piernas, amo mi cuerpo!».
Al inicio por un lado lo decía (para mis adentros, porque me sentía extra ridícula si lo decía en voz alta) y por otro lado pensaba «esto no tiene sentido porque no me lo creo».
Hasta que luego, casi que por magia, mis palabras abrieron el camino a los pensamientos positivos y me lo empecé a creer. Un día saliendo de la ducha me vi en el espejo y dije «¡no estoy tan mal!». Otro día me vi y dije «¡wow, me veo súper bien!». Les soy honesta: no entiendo la ciencia detrás de cómo pasó, pero sí entiendo que las cosas que uno se repite a uno mismo, se las cree.
A pesar de que estos cambios los he tratado de acompañar con un estilo de vida más saludable y balanceado, las diferencias en mi cuerpo han sido más mentales que físicas.
Así que aunque te den ganas, dejá de decir tantas cosas negativas sobre vos misma. Este punto es MUY importante.
3) Volví a comprar ropa linda para el cuerpo que tengo en este momento en lugar de lamentarme por las cosas que quería usar y no se me veían bien.
A mí siempre me han gustado los colores. Cuando estaba en la U usaba las combinaciones de ropa más raras y me ponía lo que me daba la gana. Medias y tights de colores, rayas, estampados, bolsos con formas, collares de colores y todo tipo de accesorios. No me importaba que la gente se me quedara viendo, no me daba pena ser yo.
Gracias era digital por recordarme cómo era hace exáctamente 9 años.
Claro, en ese momento era lo que siempre había soñado ser: flaca. De cómo llegué ahí es un tema que tocaré en otro momento.
En ese instante de mi vida me sentí orgullosa de mi cuerpo, sentía que podía usar lo que quería y mi forma de expresar seguridad fue con mi ropa loca. Siempre me ha gustado usar mi aspecto para comunicar quién soy.
Pero luego de ese tiempo, un periodo corto de 2-3 años en los que pesé 10-15 kilos menos que mi peso usual, empecé a volver al cuerpo más curvo que he tenido durante mis otros 27 años de vida. Al ver que cada vez me alejaba más de mi figura «ideal» todo se volvió como una bola de nieve y entre la ansiedad y el «ya para qué» me empecé a inclinar hacia el otro lado de la balanza.
El «efecto rebote» es totalmente emocional.
Subí de peso, no solo esos 15 kilos que había bajado, sino 10-15 kilos más. ¿Suena exagerado, no? Mi cuerpo siempre se ha visto proporcional y estoy consciente de que no soy «gordita». Pero cuando pienso que peso 30 kilos más que hace 10 años se me hace imposible no compararme conmigo misma y no etiquetarme.
Entonces empecé a comprar ropa negra y gris. Porque eso es lo que le dicen a uno que debe usar cuando es «gordo».
Dejé de usar mi suéter con nubes, mis medias floreadas, mi bolso de sandía. Prefería pasar desapercibida y que nadie se fijara mucho en mí. Me daba pena que se dieran cuenta que me había engordado.
Empecé a comprar blusas grandes, vestidos sueltos, chalecos que me taparan. Empecé a usar suéter aunque no tuviera frío. Como no sabía nada sobre usar ropa negra (mi gusto siempre había sido el color) empecé a buscar en pinterest cómo combinar las cosas… hasta que fui perdiendo mi estilo personal.
Obviamente después de eso no solo odiaba mi cuerpo sino que odiaba mi ropa. Y obviamente una vez que me ponía el pantalón negro con la blusa negra no me veía como la modelo de pinterest y me odiaba cada vez más.
Hasta que me cansé de odiarme y tomé la decisión de empezar con mi life coach, que me introdujo a los cambios 1 y 2.
Cuando esta nueva forma de pensar y de hablarme a mí misma empezó a hacer efecto volví a ver la ropa de una forma diferente. Dejé de obsesionarme con usar blusas gigantes y vestidos negros. Claramente ese estilo no es para mí y hoy, igual que la última vez que me lo probé, se me va a ver mal. No me hace ningún favor. Pero eso no significa que no haya un montón de cosas que se me vean bien, que en lugar de tapar mi cuerpo lo resalten y que puedan expresar mi personalidad.
Siempre he dicho que si tuviera otro cuerpo usaría otro tipo de ropa, pero no me puedo concentrar en lo que no tengo. Las blusas con espalda pelada y los pantalones blancos no son para mí, aunque me gustaría usarlos.
Pero no puedo vivir mi vida queriendo ser diferente. Está bien ser yo, y lo puedo demostrar de mil formas.
Entonces en lugar de esperar a tener el cuerpo que quería para comprar ropa, volví a comprar vestidos amarillos, aretes de colores, bolsos con formas. Volví a hacer combinaciones raras porque otra vez logré sentirme orgullosa de ser yo, lo suficiente como para querer que los demás lo notaran.
Sigo pesando ¿20? ¿25 kilos más que hace 10 años? Pero estos tres pasos me salvaron de una vida de odiarme, de tardar una hora para salir porque me había probado 40 cosas que no me gustaban, de andar incómoda en la calle y tapándome, de no querer salir en las fotos porque sentía que no me veía bien.
Volvió la motivación para arreglarme, para ir linda al trabajo, para hacer planes solo para poder estrenar un vestido.
Volví a postear fotos de mí misma, que era algo que me causaba ansiedad antes. Dejé de preocuparme por si me juzgaban o no. Dejé de querer ser alguien más que yo misma.
Y en general, aunque hay días de días, mi seguridad y mi autoestima empezaron a pegar sus partes con cinta scotch.
Así que bueno, aunque todas somos diferentes, si te estás sintiendo mal con tu cuerpo, ¿por qué no intentás una de estas tres cosas por lo menos? Empezá con la primera. Andá metiendo un poquito la segunda. Y así tal vez te den ganas de hacer la tercera.
Toma tiempo y paciencia. Está bien sentirse frustrada a veces, pero no te des por vencida con vos misma.
¡Y sobre todo recordá que lo que está mal no es tu cuerpo! Lo que está mal es la sociedad que se concentra en enseñarnos solo un porcentaje de la población.
Gorditas o flaquitas, lo que realmente se ve bien es la confianza, la seguridad y una sonrisa.
¡WoW! De las cosas más reales que he leído. Compartir algo tan personal requiere mucho coraje… Y confianza!!! Me encantó! 🙂
Gracias Vivi, por siempre leerme! <3
Amé demasiado y mirá, no había notado que efectivamente volviste a tus colores. Esa sos por dentro y qué chiva que se volvió a notar por fuera ❤️ Qué lindas fotos 😍
Ale, sí! de vuelta al amarillo, mi color favorito <3
Wow. Me encantó lo personal que fue todo el blog. Te conozco de años, así de pasadita, y realmente ví y veo ese cambio positivo 😍.
Me siento totalmente identificada además!
En la U pesaba 50kg, ni siquiera me dejaban donar sangre jaja y luego boom +18kg 10 años después.
Algo que me ha ayudado mucho a estar conforme con mi cuerpo también es no apegarme a una talla de ropa. Porque estando en este mundillo de la industria de la moda me doy cuenta que las tallas varían según la marca, el material y el diseño. Uno se trauma todo cuando algo L le queda tallado pero basa su completa felicidad en entrar en algo S o talla 3…. Es como «really»?
Cero. Yo aprendí que me pongo lo que me quede bien sin importar la talla 🙂
Gaby, yo igual! en la U pesaba 48 y no me dejaban donar sangre jaja y luego llegué a subir hasta 78, y ahora estoy tratando de bajar ese exceso, pero con calma y sin mucho estrés.
Y yo tampoco me estreso por las tallas! ahora en el viaje de hecho en algunas cosas compré talla S y en otras talla L… entonces bueno, pues no me «ahuevo» por eso jeje.
Ni me emociono por la S ni me deprimo por la L. Solo compro lo que me quede bien 🙂
Si te vieras con los ojos con que te vemos los demás estarías demasiado orgullosa de vos misma. Porque sos reversible; linda por fuera y por dentro. Sino porqué crees que tus hermanos te admiran tanto? (Ni hablar de tus papás)
Sos una mujer todo terreno y esa seguridad que transmites en absolutamente todas las áreas de tu vid, crea la imagen de una mujer real y hermosa!
Gracias mami <3 te amo para siempre!!
Yo la veo super bonita siempre. Que importante es quererse. Un abrazo
Muchas gracias Carol!! <3 es lo más importante!
Dani lindisima! La del pelo de arcoiris y el corazón de sol *-*
Lindo el post y linda vos. Gracias por darnos herramientas para querernos más ♡
Te amo para siempre, mi algodón de azúcar <3
Hola Daniela, excelente post, el primero que leo de tu blog. Me encantó lo sencilla, real y emotiva que sos cuando redactas esas palabras. Me llegaste a mil %, y es tanto que voy a compartir con mis conocidas ese post. Sigue así, sos una gran mujer. Un abrazo, saludos. Nancy Rojas.
Hola Nancy! muchísimas gracias por leerme! espero que otras chicas puedan aprender un poquito de lo que les comparto y que cada día más chicas nos rebelemos en contra de todo lo que no nos permite amarnos!
Muchas gracias <3
Hoy leí este comentario y lloré jaja por que me sentí identificada. Antes tenía el cuerpo bonito y podía usar lo que quisiera y no se me salían las llantas, si estaba un poquillo pesadilla en el gym bajaba 3 kg y listo volvía otra vez. Luego del embarazo gemelas y un montón de situaciones emocionales fuertes como la muerte de mi hijo y el quedarme sola, me hizo tener pésima autoestima ( más de lo que ya tenía antes) ahora peso 12 kg más de lo que antes pesaba y aún no logro volver a usar casi 15 jeans que tengo. Esto me hizo pensar que lo mejor es regalarlos, aceptar mi nueva figura y seguir adelante. Muchas gracias Dani
Tati, muchas gracias por leerme. Me alegra demasiado saber que mis palabras pueden inspirar a otras chicas a sentirse mejor.
Yo no peso 12kg más que antes, sino 25kg! imaginate… pero me siento bien y feliz y bonita.
Atarse a la ropa que uno usaba antes, o a la persona que era antes, es lo peor que uno puede hacer. Porque tal vez esa ropa ya no me queda, pero hay un montón que sí me queda linda, y yo me la merezco.
Yo antes también guardaba la ropa esperando bajar el peso para que me volviera a quedar, pero dejé de hacerlo, porque es una presión que no quiero tener, y un «fracaso» que no quiero imponerme.
Además no digás que antes tenías el cuerpo bonito y ahora no. Tu cuerpo sigue siendo hermoso! nada más tenés que redescubrirlo y enamorarte de él también <3 es un cuerpo hermoso y valiente, un cuerpo que ha vivido cosas que otros cuerpos no, y ha salido adelante.
Vos te merecés darte todo ese amor <3
Wuoao! Que maravilla de artículo, podría alabar tu manera de escribir, de expresarte, de no aburrir al lector y de mantener el interés en lo que se está leyendo, pero más allá de eso, voy a aplaudir tu cambio de actitud, como se refleja en lo que escribes todo el sentimiento hermoso que provocó para ti ese cambio, aplaudo el que lo compartas, y que nos motivesm a aquellas que aún estamos en esa etapa de crítica diaria hacia uno mismo, a salir de ahí, amarnos y sentirnos seguras con quienes somos.
Gracias.
Es un artículo fantástico.