Este post lo tengo pendiente desde hace 6 meses. He hecho un par de borradores, pero es un tema tan importante para mí que me costó mucho sacarlo.
Un día de estos recibí un mensaje de mi amiga Pame, que al igual que yo vive con depresión y ansiedad, que decía «gracias por sacarme del hueco«. Y eso me puso a pensar qué hice yo para ayudarle, y la respuesta es la más fácil: estar.
Tomando en cuenta que vivimos en países diferentes, a kilómetros de distancia y que nos hemos visto 2 veces en los últimos años, ¿cómo hago para estar para ella?
Gracias a las redes sociales y la comunicación moderna estar pendiente de las personas que queremos es más fácil.
Así en este post les cuento cómo podemos acompañar de forma efectiva y positiva a una persona que vive con depresión, ya sea cerca o lejos. Espero que lo compartan con otras personas, ya que de verdad es un tema del que hace falta hablar más.
Empecemos por lo primero: la depresión y otros transtornos mentales deben ser atendidos y tratados con la misma importancia que las enfermedades físicas.
Si pensamos que la depresión es un problema de actitud, aburrimiento o algo sobre lo que la persona tiene control no podemos ayudar, así que empecemos por darle a los transtornos mentales el lugar real que ocupan.
¿Cómo saber si yo o alguien cercano a mí tiene depresión?
Los síntomas se presentan en muchas formas y varían de persona a persona.
Debido a que los transtornos mentales han sido tan estigmatizados en nuestra sociedad las personas que los padecen en ocasiones prefieren permanecer aislados por miedo a no ser comprendidos.
Muchas personas podemos tender a ignorar la situación o pretender que no pasa nada, lo que a la vez nos lleva a esconder nuestros síntomas, dificultando el buscar y recibir ayuda.
Sin embargo el espectro incluye:
- Cambios en los patrones de sueño. Yo por ejemplo empecé a tener dificultad para dormirme, lo que es poco común en mí. Empecé a dormirme a las 3, 4, 5 am y a despertarme súper tarde. Esto lógicamente afectaba todos los aspectos de mi vida ya que se me hacía imposible socializar en las mañanas, llegar temprano a mi trabajo o mantener una rutina porque además me sentía cansada todo el tiempo.
- Cambios en el apetito.
- Tristeza o falta de expresividad. ¡Yo era excelente ocultando este síntoma! Lo llevaba por dentro.
- Dificultad para concentrarse. Yo nada más pensé que tenía déficit atencional jeje.
- Irritabilidad. Enojarse o llorar fácilmente. Este fue uno de los síntomas que me delató. Me hice MUY irritable.
- Pérdida de la satisfacción en cosas que antes me parecían placenteras. Para mí esto no fue notorio mientras me sentía mal, pero una vez que empecé a sentirme mejor fue muy claro darme cuenta de que había dejado de practicar mis hobbies por completo y había dejado de hacer cosas como salir con amigas, ir al cine o de paseo con mi esposo. Cuando íbamos de paseo yo solo quería dormir y no aprovechaba del tiempo juntos.
- Aislamiento social. Yo siempre he sido una persona muy social, por lo que al principio «intenté» hacer muchos planes, sin embargo una vez que estaba ejecutándolos, incluso con mis mejores amigas o con las personas que más quiero, estaba dentro de mi cabeza y todo el tiempo pensaba que ya quería que se terminara la actividad y estar de vuelta en mi casa. Veía mucho mi celular, lo cuál usualmente evito, estaba muy pendiente de la hora y me costaba comprometerme con las conversaciones. Luego de un tiempo «intenté» entonces la otra fórmula y por un momento el aislamiento funcionó para mí, ya que me sentía muy cómoda en mi casa en pijamas y sin tener que hablar con nadie, pero perderme del cariño de las personas que me rodean después de un tiempo se hizo difícil de mantener.
- Pensamientos negativos o irracionales. El día en que decidí que no podía manejar mi depresión por mi cuenta fue el día en que dejé de encontrar cosas positivas de las cuales agarrarme. Se me hacía un mundo concentrarme en las cosas buenas y me sentía incapaz, insuficiente, insatisfecha. Cuando uno dice que quiere «salir corriendo», es literal. Por mi cabeza pasaron todo tipo de pensamientos, desde que tal vez ya no quería estar con Adrián, hasta que tal vez irme a vivir a otro país con mi mejor amiga y empezar de cero era lo mejor jeje. Por fa no tomen decisiones drásticas si sospechan que tienen depresión.
Además cuando la depresión es más avanzada y producto de los síntomas iniciales llegan los síntomas que no se pueden ignorar, ya que llevan al deterioro del auto cuidado de la persona, el incumplimiento de sus responsabilidades y una reacción amplificada de sensibilidad ante el conflicto.
Para mí los síntomas más graves, los que ya no se pueden esconder, empezaron con un abandono de mis labores en el trabajo. Ya no tenía cabeza para encargarme de nada, no sabía qué tenía que hacer, qué hacía falta, no seguía la agenda, aplazaba todo hasta el último momento.
Yo siempre he sido una persona MUY organizada y MUY responsable, por lo que esto era realmente atípico en mí. Y aún así fue imposible para las personas que me rodean identificar lo que pasaba, ya que uno le atribuye el problema a motivos como falta de interés, de motivación o cansancio, pero es porque no estamos acostumbrados a detectar los síntomas de depresión, incluso cuando ya la hemos padecido en el pasado.
Las personas piensan que todos los que viven con depresión están en la cama sin querer levantarse, pero esto ocurre hasta los síntomas MÁS AVANZADOS de la depresión. Es fácil asociar la depresión a esta imagen porque es lo más notorio, pero hay mucha gravedad en permitir que los síntomas lleguen a este extremo.
También debemos tomar en cuenta que las personas que viven con depresión no tienen solo malos días, sino que en algunos pueden ser funcionales mientras que en otros no.
Yo he tenido «crisis» de depresión, por ponerle un nombre a un período en el que se vuelve inmanejable, en otras dos ocasiones anteriores, y aún así mis síntomas no me hicieron click.
Fue hasta que las cosas que antes hacía con facilidad se volvieron imposibles que me di cuenta de que hace RATO estaba sintiéndome mal. Cosas como bañarme y lavarme el pelo se me hicieron un obstáculo y me producían una ansiedad inmanejable.
Le tuve que pedir a mis personas más cercanas que estuvieran pendientes de mi cuidado personal, ya que yo no podía hacerlo sola.
No permitamos que las personas que nos rodean lleguen a este punto antes de identificar que algo malo ocurre.
¿Hay cosas que podemos hacer que NO ayuden?
Sí. Muchas.
Primero, y no lo puedo repetir lo suficiente, TENEMOS QUE RECONOCER QUE LA DEPRESIÓN ES UNA ENFERMEDAD REAL.
Las personas no pueden nada más salirse de eso cuando quieran, créanme que sería chivísima poder hacerlo, pero el sugerir la posibilidad de que una persona con depresión pueda tener control sobre su enfermedad refuerza el sentimiento de ser incomprendido, estar solo e invalidado.
Hacer este tipo de comentarios rompen la confianza en la relación y uno prefiere cortar el contacto con esa persona por miedo a ser juzgado.
Una persona cercana me dijo que mi problema era que yo tenía «mala actitud». Y bueno, en mi cabeza de inmediato pensé «mejor no le vuelvo a hablar hasta que tenga mejor actitud».
Y alguien que sé que me ama me preguntó si era que yo quería llamar la atención, lo que provocó que no la quisiera ver ni hablarle en los dos meses siguientes.
Literal «no necesito este tipo de energía en mi vida en este momento».
Por otro lado muchas personas tienden a utilizar frases trilliadas que no solo no ayudan, sino que empeoran la situación. Frases que están dirigidas a reafirmar pero que no cumplen necesariamente esta función como «todo va a estar bien», «ya te vas a sentir mejor» o una de mis menos favoritas «por qué te sentís mal si mirá todo lo que tenés que agradecer».
Mientras uno sabe que estas frases se dicen con la mejor de las intenciones, para una persona con depresión se sienten vacías y «pointless», y más bien nos hacen sentir culpables.
Además preguntas cerradas como «¿ya te sentís mejor?» tampoco ayudan, ya que por lo general dirigen a una respuesta afirmativa. Es mejor utilizar preguntas abiertas como «¿querés hablar de cómo te sentís?» que realmente invitan a que la persona hable de sus emociones.
Otra cosa que no ayuda y que creo que puede ser la peor de todas es «regañar» a la persona por sentirse mal o por no querer hablar. Aunque puede ser frustrante hay que entender que para uno no siempre es fácil expresar lo que siente.
Para mí era muy difícil respoder al «¿cómo estás?», sobre todo porque soy una persona acostumbrada a siempre estar bien, por lo que prefería evitar las interacciones que sabía se iban a dirigir por ese rumbo.
Pero entonces algunas personas se resienten, se enojan o te regañan por no querer o poder hablar o salir, y esto para mí es el corte final a esa relación.
De nuevo, yo ENTIENDO que es difícil para las otras personas ver reacciones que son atípicas en nosotros, pero hay que tener empatía y saber acompañar sin juzgar.
Así lo mejor que podemos hacer para ayudar es también educarnos acerca del tema de la depresión para saber qué cosas podemos esperar de nuestros seres queridos mientras los acompañamos.
¿Cómo podemos ayudar?
Hay una forma de acompañar a una persona con depresión sin ponerle más presión de la que necesita, y es dándole nuestra presencia, aceptación y distracción.
Los amigos y familiares de una persona con depresión juegan un rol muy importante, pero deben tener claro que su mision NO es «arreglar» a la persona.
Lo mejor que podemos hacer, teniendo muy claro que cada persona es diferente, es preguntarle directamente qué le gustaría que hagamos.
Así mientras que a algunas personas les funciona que los animemos y les digamos cosas positivas, para otras esto representa una presión.
Para algunos hablar y expresar todo lo que están sintiéndo es el camino mientras que a otros esto se nos hace imposible.
Hay a quienes les funciona que les ayudemos en cosas como hacer las compras o preparar la comida, mientras que para otros esto puede ser aún más estresante o hacerlos sentir que son una carga.
Adrián me acompañaba todos los días, ya que trabaja desde la casa, y yo le agradecía montones que se ocupara de las cosas de la casa y que me chineara con todo, desde traerme la comida hasta alcanzarme las pastillas. Yo siempre he sido muy independiente y no estoy acostumbrada a que cuiden de mí, ya que más bien yo acostumbro ser la cuidadora, pero esta experiencia me hizo darme cuenta de lo mucho que necesitamos ayuda a veces.
De esta forma la presencia y la aceptación, en conjunto con distracción tiende a ser lo que más funciona. Mi amigo Fernando, por ejemplo, es excelente haciendo esto. Aunque no nos vemos, siempre está pendiente de mí. Cuando yo tenía ganas de hablar siempre me reafirmaba mis emociones y cuando no, me distraía con videos u otros temas de mi interés para mantenerme acompañada.
Podemos hacer con nuestras personas actividades que no involucren mucha presión, como ir a la casa a ver una película y llevar palomitas, o visitarlos y hablar acerca de nosotros mismos pero incluyendo temas que a la persona le puedan parecer interesantes y entretenidos, manteniéndonos a la vez alerta de que la persona de verdad esté disfrutando de nuestra compañía y marchándonos cuando sea el momento adecuado.
Mi mejor amiga Gaby es la mejor para esto. Venir a ver tele en pijamas y traer comida es un plan que funciona perfecto para mí. Me hace sentir querida y acompañada sin presión.
Y con las personas que tenemos más lejos lo mejor que podemos hacer es simplemente escribir y decir «te quiero, recordá que aquí estoy para vos».
¿Qué hacer si la persona no quiere recibir ayuda?
Para mí esto es algo que en ocasiones se me dificulta con los otros.
Escribiendo este artículo me di cuenta de que estaba usando una mala aproximación con un amigo al que amo y quien tiene ansiedad y depresión. Me sentía mal cuando no quería hablar conmigo o trataba de hacerle preguntas directas que ahora sé que no funcionan. Me frustraba que no me dejara «ayudarlo», pero debemos recordar que NO ES NUESTRA RESPONSABILIDAD hacer que alguien más se sienta bien.
Hay cosas que podemos hacer como ofrecerle ayuda para buscar a un psicólogo o psiquiátra, pero sin insistir o querer obligarlos.
Puede que primero necesiten tiempo para aceptar que realmente necesitan nuestra ayuda o más importante aún: la ayuda de los profesionales.
No podemos abandonar a las personas que queremos si sabemos que tienen depresión. Así les podemos decir «entiendo y respeto que querás estar solo y que no tengás ganas de hablar, pero no quiero que sintás que no me importa».
También podemos probar escribiéndoles si nos damos cuenta de que en persona se les dificulta hablar.
Les damos espacio y volvemos a intentar, ya que salir de una depresión sin ayuda y acompañamiento es MUY difícil.
Por último…
Una persona con depresión no está disponible para los otros a su alrededor, por lo que puede que reduzcan sus interacciones, no contribuyan con los quehaceres de la casa y no participen en cosas que antes disfrutaban hacer con nosotros, lo que puede ser muy difícil de comprender.
Pero en lugar de sentirnos ofendidos o enojados lo mejor que podemos hacer es entender que las acciones de esta persona, aunque nos duelan, no están dirigidas a lastimarnos.
Tenemos que tener mucha paciencia y también tener muy presente NUESTRO PROPIO AUTOCUIDADO.
Recuerden que la terapia y la atención no es solo para la persona con depresión, sino también para sus acompañantes, ya que sabemos que el peso de estar pendiente de alguien con depresión puede ser grande.
Debemos asegurar tener espacios para nosotros mismos y formas de liberarnos cuando sentimos que ya no damos más, sin abandonar a nuestro ser querido.
Cuidarnos a nosotros mismos también es salud mental.
¡Muchas gracias!
Excelente post, informativo y nos mantiene alertas sobre no caer en los errores comunes que a veces cometemos. Yo por ejemplo, decía cosas tipo «todo va a estar bien» o por el estilo, y no sabía que eso más bien puede ser un trigger.
Aprendí mucho. Gracias. 😍
Gracias por poner en palabras lo que incluso para nosotros, quienes vivimos con depresión es difícil de entender. Muchas veces uno no quiere nada y siente que le falta todo y no saber cómo recibir ayuda es tan doloroso para nosotros como para quienes nos acompañan. Necesitamos hablar más de esto, que la gente comprenda sin juzgar. Es la primera vez que leo tu blog y creo que lo que hacés, al hablar tan francamente de estos temas es muy poderoso. De nuevo, te doy las gracias porque necesitaba mucho leer esto, aunque no lo sabía.